La primera noticia de este soberbio accidente geográfico llega de la mano del doctor Livingstone, uno de los personajes más famosos de la historia africana, quien realizó el descubrimiento durante una de sus largas expediciones destinadas a explorar aquella zona que los mapas de su tiempo consideraban tierra incógnita.
En las anotaciones de su diario correspondientes al día 15 de noviembre de 1855, se puede leer que mientras descendía en canoa por el río Zambeze vio a lo lejos una gran columna de humo elevándose en el aire y comenzó a oír un ruido que cada vez se hacía más ensordecedor. Cuando llegó hasta el lugar comprobó que el ruido era producido por el agua que caía hasta un gran desnivel y quedó impresionado... Acababa de descubrir unas enormes cataratas, que en honor a su reina, las bautizó con el nombre de Cataratas Victoria.
Livingstone viajaba en compañía de "Makololos" (designación dada durante la campaña de ocupación portuguesa a una numerosa tribu de la región del Alto Zambeze), por ellos se enteró de que los nativos llamaban a este lugar Mosi-oa-Tunya (el humo que truena).
Denominación tan descriptiva como veraz, ya que si la columna de vapor de agua, que se eleva hasta casi doscientos metros de altura dividida en cinco secciones diferentes, se empieza a percibir a unos 50 kilómetros de distancia, el ruido que a su vez produce la gran masa de agua recuerda, en efecto, el tronar de una tormenta.
La altura varía de unos sitios a otros, llegando a superar en algunas ocasiones los cien metros, el doble que la que alcanzan las de Niágara y algo superior a las Iguazú.
Cuando se produce el salto, la catarata se divide en varios sectores: el más occidental lo forman las llamadas cataratas de Diablo, de unos cuarenta metros de anchura; la siguiente es la catarata Principal, dividida en dos sectores de 500 y 300 metros por la isla Livingstone; vienen a continuación las cataratas del Arco Iris, divididas a su vez por varios y pequeños saltos determinados por la presencia en el borde de distintos islotes y por último, en el extremo oriental se encuentra la catarata Este, de 400 metros de anchura.
Lo normal en una gran catarata es que, tras el salto, las aguas sigan su curso en la misma dirección que traía el río, por lo que tan sólo se puede contemplar el panorama desde un punto de vista lateral, no ocurre así en éstas. En este caso la gran cortina de agua procedente del norte cae sobre una estrecha garganta que se aleja de inmediato en dirección oeste, lo que permite que desde cualquier punto de la orilla opuesta se puedan contemplar vistas excepcionalmente hermosas. Para tal fin se han colocado numerosos observatorios por a zona, en uno de los cuales se encuentra el monumento a Livingstone. Probablemente el más espectacular sea el Danger Point, pues desde él se divisa una extraordinaria perspectiva conjunta de las cataratas, del Arco Iris y del Este. El panorama es muy variante, dependiendo de la época del año, entre Agosto y Diciembre el caudal disminuye considerablemente, hasta unos 400 metros cúbicos por segundo, a partir de Diciembre llega la época de lluvia, con lo que el caudal aumenta hasta llegar a 6000 metros c. Es entonces cuando el estruendo y la nube de vapor son más impresionantes, pero en cambio, la densa nube no deja contemplar la caída del agua en toda su magnificencia.
A lo largo de unos 1500 m. se encuentra una franja vertical de unos 200 m. de anchura donde la perenne nube de vapor ha creado un microclima ideal para el desarrollo de un bosque húmedo, retazo de selva tropical, donde habitan unas treinta especies de grandes mamíferos, más de 400 aves diferentes, 65 reptiles y una veintena de anfibios. Así en la fauna ictiológica se encuentran unas 84 especies de peces río arriba y sólo unas 39, aguas abajo.
Estas cataratas atraen a un número mayor de visitantes cada vez. Fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1989.